El gobierno es el encargado de dirigir, administrar y controlar una nación, representar y defender los intereses de la población, con una fuerte influencia en el rumbo del país en términos sociales, económicos, internacionales y políticos, entre otros. La reciente contingencia provocada por la propagación del COVID-19 nos ha demostrado que el actuar del mismo ante una crisis de salud puede constituir una amenaza al bienestar económico-social, así como para el libre comercio.

Uno de los primeros focos rojos durante esta pandemia es la falta de transparencia en la comunicación. La información, datos y recomendaciones indicados por las autoridades federales y estatales carecen de congruencia e incluso veracidad en muchos de los casos. Un claro ejemplo de esto son las contradicciones ante la industria maquiladora. Primero, tuvo lugar el cierre de operaciones ocasionando pérdida de empleos y ganancias, suspensiones injustificadas, divisiones personal-patrón, y daños a la imagen del Estado como destino para invertir a nivel internacional. Esto detonó una ola de satanización hacia los empresarios pequeños, medianos y grandes, dejando al descubierto las deficiencias de la cultura laboral en nuestro país. Se le dio la espalda al sector, para después impulsar su reapertura y comunicar un mensaje contrario al anterior, que suponía un escenario de sector público vs sector privado.

El actuar de nuestros gobernantes para implementar medidas preventivas y un plan de acción concreto ante la propagación del virus dejó mucho que desear, pues el uso de medallas religiosas y personajes como Susana Distancia, entre otros eventos, han sido objeto de crítica a nivel nacional y mundial. Afortunadamente, una parte importante de la población mexicana tuvo iniciativa y tomó, por su cuenta, precauciones a tiempo.

Por otro lado, la descoordinación entre el Poder Ejecutivo y dependencias como COFEPRIS, la STPS, la SE y Hacienda ha generado confusión, pues las políticas comerciales, económicas y de seguridad del país podrían haber constituido un factor clave para afrontar esta crisis. Sin embargo, nuestro país optó por el cierre de producción y distribución de bienes y servicios, la imposición de medidas aduaneras y sanitarias que redujeron y entorpecieron la introducción de insumos esenciales, el incremento de programas sociales que promueven el endeudamiento de la población más vulnerable, entrega de despensas que el mismo pueblo está donando, y la aprobación de ordenamientos con implicaciones y redacción carentes de claridad e intención de contribuir a una pronta recuperación.

El parteaguas de este sexenio y de la vida de los mexicanos hasta ahora, no es el coronavirus sino el papel de nuestros gobiernos federal, estatal y municipal como respuesta al mismo. Un fallido e incoherente discurso nacionalista, populista y de división, intensificado por la actual crisis de salud, comienza a hacer despertar a México y concluir lo que ya sabía pero no había querido aceptar: Ningún político va a rescatarlo de sus dolencias y carencias.

 

Valeria de la Torre García

Encargada de Comercio Exterior

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